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Una pasión centenaria


El fútbol y los españoles vinieron de Europa a encontrase en Chile, a echar raíces. A fines del siglo XIX los barcos traían hasta Valparaíso o Coquimbo una nueva pasión y la colonia hispana pronto la hizo suya, como ocurría también allá en la península.

En 1892, en el Café del Pacífico de Valparaíso había comenzado oficialmente la historia del fútbol chileno. Y apenas cinco años después, el 18 de mayo de 1897, cuando el deporte que hoy conmueve a millones era todavía mirado con recelo, nació el Centro Español de Instrucción y Recreación, del que surgieron el Ibérico Balompié (en 1918) y el Ciclista Ibérico, las dos entidades cuya fusión, en 1922, daría origen a la Unión Deportiva Española. Trece años después, la incorporación del Centro Español conformó lo que hasta hoy es la Unión Española de Chile, el club de colonia más importante y trascendente del fútbol chileno.

El primer tercio del siglo XX vio como el fútbol se desarrollaba a paso firme y acelerado. Los jugadores, los clubes y la pasión se multiplicaron y las competencias se hicieron cada vez más exigentes. Al abrirse los años 30, el profesionalismo apenas se escondía en las canchas nacionales. Chile había participado del primer mundial de la historia -Uruguay 1930- y pisaban ya los pastos locales las primeras estrellas extranjeras -uruguayos y argentinos, de preferencia- traídos por los poderosos Everton, Audax Italiano y Unión Española.

Cuando la evolución exigía un nuevo peldaño, los ocho clubes grandes de la Asociación Santiago -Unión Española, Colo Colo, Bádminton, Audax Italiano, Green Cross, Morning Star, Magallanes y Santiago National- exigieron, el 27 de mayo de 1933, la creación de una sección profesional, idea que rompía con el sello amateur que hasta ese momento había consagrado la actividad futbolística, aunque entre los clubes más poderosos las huellas del profesionalismo estaban ya muy bien impresas.

Ante la negativa de la Asociación, los disidentes firmaron -el 31 de mayo, en la secretaría del Bádminton- la creación de la Liga Profesional. De inmediato se dio inicio al primer campeonato de apertura y en julio se abrieron los fuegos de su primera copa oficial. Sólo en agosto de ese año la liga fue reconocida como parte de la Federación de Fútbol de Chile.


Así comenzó la historia. La Unión Española y su estadio Santa Laura son fundadores ineludibles del fútbol profesional en Chile. Fue el comienzo de una pasión que sigue hasta hoy y que el paso del tiempo sólo se puede hacer más grande y fuerte. Fue la razón para que nombres como Juan Legarreta, Atanasio Pardo, Hernán Fernández, Atilio Cremaschi, Honorino Landa, Juan Machuca, Antonio Arias, Mario Soto, Mario Osbén, Jorge Spedaletti, Fernando Astengo y José Luis Sierra siguieran escribiendo páginas inolvidables.


SEIS ESTRELLAS, SUBCAMPEÓN DE AMÉRICA

Seis veces en su historia la hinchada de los rojos de Santa Laura se ha quedado con la estrella de campeón.

Diez años de lucha en el naciente campeonato profesional -dominado por Magallanes y Colo Colo- debieron pasar hasta que en 1943, y después de vivir el dolor de la Guerra Civil Española, llegó la primera estrella. Y otros ocho años transcurrieron hasta alcanzar la segunda copa de campeón en 1951.

Después, otros 20 años de sinsabores hasta el inicio de una Década de Oro. Se habían cerrado los '60 de las universidades cuando Unión anunció su hambre de triunfos con los sub-campeonatos de 1970 y 1972, ambos tras Colo Colo. En 1973 los papeles se invirtieron y Unión Española recogió su tercera estrella, a la que rápidamente siguieron otra en 1975 y una más en 1977.

Antes, la historia deparaba a los Diablos Rojos el más alto de sus logros: después de tres partidos a muerte con Independiente, un equipo entrañable se coronó Subcampeón de América 1975, a un paso de tocar la Copa Libertadores, escalón que hasta ese momento sólo había conseguido Colo Colo, justamente dos años antes y también en definición con los de Avellaneda.

Los '80 -gobernados por el novato Cobreloa y Colo Colo- fueron años oscuros, en la medianía de la tabla y al borde del descenso a fines de la década. En los '90, en cambio, todo fue vértigo. Un equipo fulminante se quedó con los torneos de apertura Copa Chile en 1992 y 1993, pero la fuerza no alcanzó para los campeonatos nacionales. Y al terminar la década, en 1997, el horror del descenso remeció Santa Laura. Fueron dos años de lucha en Segunda para volver, en 1999, con la corona de campeón.

Desde 2003 en adelante, Unión volvió a tomar protagonismo en el torneo local, y luego de obtener el vicecampeonato del Clausura 2004, acaba de coronarse Campeón del Apertura 2005, bordando la sexta estrella en sus pendones.

El más viejo y noble estadio de Chile

Desde 1922, el Estadio Santa Laura acompaña los triunfos, los sueños y una que otra amargura de Unión Española. José Goñi, Evaristo Santos, Juan Francisco Jiménez y Rosendo de Santiago integraron la comisión encargada de construir el recinto cuando la Unión Española era un sueño que nacía de la fusión del club Ciclista Ibérico y el Ibérico Balompié.
"Hasta hace dos años", relataba a la prensa Rosendo de Santiago para explicar el porqué de la construcción de Santa Laura, "el Ibérico Balompié contaba entre sus asociados a 70 españoles, y los que concurrían a la cancha podían contarse con los dedos de las manos, pero hoy en día el número de asociados es superior a 500 jóvenes y las canchas, cuando actúa el Ibérico Balompié, las vemos, con gran satisfacción, repletas de esta juventud, sobresaliendo, para honra de nuestros esfuerzos, la concurrencia de numerosas señoras y señoritas"
El fortín rojo nació en lo que fueran todavía las chacras del norte de Santiago, pero rápidamente se fue rodeando de vida e historia. Hoy está en el corazón de Independencia, a pasos de la Plaza Chacabuco.
Santa Laura se inauguró oficialmente con un partido frente a Audax Italiano, a comienzos de 1923, y desde entonces en sus pastos se ha escrito gran parte de la historia del fútbol chileno. Hoy es el estadio más antiguo del país: los viejos Campos de Sports (levantados en terrenos donados por José Domingo Cañas y que dieron paso a lo que hoy es el Estadio Nacional), el estadio Independencia (de la Universidad Católica), el estadio Militar y el de Carabineros y el Fortín Mapocho son sólo recuerdos.
Durante décadas Santa Laura fue el estadio casi exclusivo del fútbol en Santiago. Incluso más de cuatro partidos por fin de semana llegaron a soportar sus pastos en los años '80. Luego vendrían San Carlos de Apoquindo (U. Católica), el Monumental (Colo Colo) y reductos más pequeños (como La Cisterna y La Florida) en los que se refugiaron los otros clubes de colonia.
En 2005, después de años de penurias económicas, los días se Santa Laura parecían contados. El proyecto de la Unión Española del nuevo siglo -presidida entonces por Salvador Calera- era construir un reducto más pequeño (para unas 15 mil personas) pero moderno (techado) en los faldeos cordilleranos de La Reina, un lugar donde toda la colonia y todos los deportes tuvieran su espacio. Pero la rueda de la fortuna volvió a girar y Santa Laura ha vuelto a la vida para permitirnos seguir disfrutando de él, porque no hay estadio en Chile donde se paladee mejor el fútbol.

Un réquiem para Santa Laura

Por Julio Martínez P. (JM)

Santa Laura pronto quedará en los recuerdos. La Asamblea de Socios de Unión Española acordó aprobar la venta del recinto hispano.Tarde o temprano, Santa Laura pasará a ser historia. Una historia escrita con pasión, fervor y convicción popular. El origen del clásico de las colonias que regularmente terminaba a bastonazos.
Sucedió el lunes en Carmen 110, la sede de Unión Española, con motivo de la Asamblea extraordinaria convocada para tratar un solo tema: la autorización al directorio para la venta del Estadio Santa Laura.
Un centenar de socios, tras escuchar la cuenta de Salvador Calera -dirigente moderno, dinámico, incansable- que ha conseguido a través de varias instituciones bajo su mando un grado de credibilidad poco común, decidieron respaldar la iniciativa señalada sin lágrimas ni drama, absortos por la triste realidad. Si Unión no vende Santa Laura, no tardará en hacerlo una entidad bancaria. La disyuntiva era lapidaria. Y la votación también: 75 a 3.
Los terrenos que ocupa actualmente el Estadio Santa Laura formaban parte de la chacra "La Obra", hijuela segunda de La Palma, cuya propietaria era doña María Luisa Monau M., casada con don Absalón Valencia Zabala . ¿Sus límites? Al norte: Hijuela 3.a de "La Palma" que se denominaba "Las Casas". Al sur: Hijuela 1.a de "La Palma" que se denominaba "La Quina". Oriente: varios propietarios con el camino "Del Guanaco" de por medio. Poniente: Fundo "Lo Sánchez" en lo que es actualmente el Hipódromo Chile con camino a Colina de por medio, hoy Avenida Independencia.
Por escritura pública del día 21 de octubre de 1922, en la notaría Vergara Rodríguez a fojas 672, N.o 571, la señora María Luisa y su esposo venden a los señores Rosendo de Santiago, José Goñi, Evaristo Santos y Juan Francisco Jiménez un pedazo de terreno de 45.033,80 metros cuadrados de superficie de su chacra "La obra", que deslinda con el callejón "Del Guanaco" y Santa María, hoy Huanuco.

HISTORIA DE UN OCTOGENARIO
El precio de la compra-venta fue $ 257.934,50. Con $ 30.000 al contado y el saldo con cuotas anuales de $ 25.000. Estas cuotas se pagaron cada 20 de octubre, durante casi una década, siendo la última de $ 27.934,50.
O sea, crédito blando conseguido por aquellos dirigentes de la vieja Unión Deportiva Española, que tuvieron el optimismo, el empuje y el fervor para forjar y materializar una inversión de esa naturaleza.
¡Qué visión la de aquellos hombres que por años se mantuvieron al frente de la institución hispana! Rosendo de Santiago, José Goñi, Evaristo Santos y Juan Francisco Jiménez. Algo así como los mosqueteros de la Plaza Chacabuco.
Es posible que el lenguaje árido de las cifras aparezca innecesario, pero resulta vital para establecer comparaciones y ratificar la dosis de entusiasmo y audacia que caracterizó aquella gestión.
Hace algún tiempo, muchos de esos cien asociados que aprobaron la venta hubiesen protestado a voz en cuello para cobijarse en una consigna perentoria. Santa Laura no se toca ni se vende. La realidad es otra y posterga cualquier rasgo de romanticismo. Es más, también correrá la misma suerte y con anterioridad, el edificio de la calle Carmen. Con lo que se obtenga en las transacciones se construirá un recinto nuevo, presumiblemente en La Reina, techado y apto para el fútbol y otros deportes.
La confianza depositada en Salvador Calera resalta en un momento marcado por la desconfianza y la incredulidad. Es casi insólita. Pocos timoneles consiguen una adhesión así para tan dolorosa decisión.
Tarde o temprano, Santa Laura ira engrosando los recuerdos y las añoranzas de un pretérito imborrable. Todavía quedan vestigios del antiguo frontón y la pelota vasca, de la bolera para goce de los asturianos, de las canchas de tenis por el ingreso a la galería norte. La piscina, en cambio, dio lugar a un amplio estacionamiento para automóviles. La metamorfosis grafica el cambio de épocas y por ende el cuadro costumbrista.

CLÁSICO DE COLONIAS
Con el tiempo, se recordará a un andaluz llamado Pancho Torremocha, que organizaba las veinticuatro horas ciclísticas para Navidad. Una suerte de verbena plena de colorido junto al fragor pedalero.
Se recordará que una tarde Antonio Fernández cayó ante Frontado ya en el ocaso del legendario Fernandito.
Se recordará el sudamericano de básquetbol masculino en una tablado habilitado especialmente entre las dos áreas.
No todo fue fútbol, en suma, porque cuando era virtualmente el reducto de la colonia, supo de cenas y bailes y de aquel casino enorme donde imperaban el chorizo y las marraquetas.
Y se recordarán aquellas contiendas ardorosas del treinta, en los albores del profesionalismo, que dieron lugar a los duelos de Audax y Unión que terminaron más de una vez a bastonazo limpio entre italianos y españoles auténticos, recién llegados a nuestra tierra que a la mayoría acogió para siempre. Los italianos con el consabido "toscano". Los hispanos con sus puros de marca. De ahí surgió lo que la prensa bautizó como el "clásico de las colonias".

PARA LA HISTORIA
Se recordará que un juez argentino, Raúl Iglesias, falleció de un paro cardíaco muy cerca del arco sur. Fue fulminante. Se recordarán las reuniones dobles con que se daba comienzo en tarde sabatina al campeonato oficial. Se recordarán tantas cosas, que esas imágenes irán creciendo en la mente hasta convertirse en un capítulo ancho, un libro, un jirón fundamental en la historia de nuestra actividad física. Se dijo muchas veces, Santa Laura no es sólo el reducto de Unión. Es el estadio de todos. El refugio del fútbol.
Queda tiempo aún, pero la sentencia está firmada.
Tarde o temprano, Santa Laura pasará a ser historia.

Diario La Segunda,
1 de agosto de 2003

Amo a Santa Laura


Por Renato González, Míster Huifa

Yo no sé qué habría hecho el fútbol chileno si no hubiera existido el Estadio Santa Laura. Y si la institución hispana no hubiera mantenido ese campo en perfectas condiciones, aun con perjuicio económico para el gran club. Pero tuvimos suerte, digo yo, tuvo suerte el popular deporte y ahí está Santa Laura en gloria y majestad.
Suelo recordar los estadios europeos, nunca olvido aquellas noches de fútbol en el Bernabeu, del barrio de Chamartín en Madrid. Subirse al tercer anfiteatro a ver los encuentros nocturnos era una gloria. Uno lo veía todo y lo veía bien. El Bernabeu es un hermoso campo de fútbol y también lo es el viejo Parque los Príncipes de París. Y los estadios alemanes, suntuosos y cómodos. Y en Montecarlo hay uno que posee una hermosa vista. Como también ese de Lausana, porque de lo alto de las populares uno puede distraerse mirando el panorama de los Alpes suizos y el majestuoso lago Leman. “Stade Olimpique de la Pontaise” se llama ese campo.
Claro que cuando la cordillera está nevada el espectáculo del Estadio Nacional nuestro, en una tarde de sol, es estupendo. Pero Santa Laura es otra cosa. Les respondo que jamás estuve en un estadio en el que el espectador pueda ver mejor el fútbol que en Santa Laura. Si parece que uno, estirando el brazo, pudiera tocar a los jugadores y, sin embargo, la perspectiva es magnífica.
Locales como ese de la Plaza Chacabuco no se encuentra el aficionado en parte alguna. O, por lo menos, yo nunca vi otro igual.
Eso, en cuanto a lo que es Santa Laura para quienes van a él para ver el fútbol. Pero está también lo otro, hermano. Está la historia maravillosa de este reducto de Independencia. Tal vez por su presencia, el barrio entero se futbolizó y fueron muchos, pero recontra muchos los cracks de nuestro balompié que nacieron y se criaron en Santa Laura. Vamos, desde esos tiempos de "los pepes con bastón", de las guerras sin cuartel entre hinchas españoles e italianos, desde la época del inmortal Juanito Legarreta, y conste que nosotros, pese a que don Juan Legarreta es un industrial respetable y respetado, nosotros, digo, los de entonces, seguimos llamándolo Juanito a secas, porque Juanito era en nuestras mocedades el que, pese a su poca estatura, hacía goles de cabeza en cantidades industriales.
Me acuerdo que en esa galería que queda frente a la oficial, los muchachos la gozaban, porque podían presenciar dos espectáculos diferentes en cualquier momento. Por un lado el apasionante fútbol, por el otro, el ciclismo de aquel velódromo inolvidable, el de las 24 horas de Navidad, de Pancho Torremocha y la rama pedalera de la Unión. Yo conocí el elenco hispano desde esos años en que se llamaba Ibérico Balompié y tenía su cancha en ese complejo futbolístico que quedaba en Independencia y Panteón. Pero eso quedó atrás, vino el reinado de Santa Laura, para felicidad del fútbol de mi patria.
Amo a Santa Laura, no lo comparo con ningún otro del mundo, aunque los otros sean suntuosos, grandiosos y eso. Y lo amo porque es acogedor y querendón, porque allí el fútbol se paladea mejor y resulta más sabroso. Y lo amo por su tradición y por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por el aporreado fútbol de mi tierra.

La sexta estrella se hizo esperar 28 años

Unión Española consiguió su sexta estrella como tenía que ser: con un gol decisivo de Sierra y con la pasión de casi dos mil hinchas en las tribunas del estadio Francisco Sánchez Rumoroso de Coquimbo.
Fueron 28 años de espera por un nuevo título y los rojos de Santa Laura debieron sufrir hasta el último momento para alcanzar la corona...
En los dos torneos de 2004, Unión Española había sido protagonista, pero no había llegado al título. En el Clausura de ese año llegó hasta la final, pero la experiencia de Cobreloa (que ganó a los rojos el primer partido en Santiago) pesó por sobre las ansias y las ilusiones hispanas. Había quedado un sabor amargo que muchos querían borrar al año siguiente, pero se cambió técnico y se renovó buena parte del plantel, y los resultados durante toda la primera parte del Apertura de 2005 fueron esquivos. El equipo mostró un rendimiento muy irregular y las dudas respecto del funcionamiento táctico se dejaron sentir durante las 19 fechas iniciales del campeonato. Con todo, los rojos de Santa Laura clasificaron a los play offs del torneo, aunque en la décima posición de la tabla general, por lo que debieron definir siempre como visitas las llaves que le siguieron. Y estas no fueron fáciles, porque para llegar a la final, Unión Española debió dar cuenta de Universidad de Chile, primero, y de la Universidad Católica, después, los dos cuadros que habían tenido los mejores rendimientos en la fase inicial.
Pero en los play offs fue otra cosa y la pasión y la garra suplieron mucho de la falta de fútbol que el equipo había mostrado a comienzos de año. Unión jugó tres verdaderas finales para alcanzar su sexta estrella, y superó dos de ellas por la vía de los lanzamientos penales: 3 a 2 ante la U. de Chile, y 10 a 9 frente a la UC, en una serie infartante en el arco norte de San Carlos de Apoquindo.
Ante un Coquimbo Unido jugado por el triunfo, los hispanos intentaron siempre oponer un fútbol más hilvanado, de buen toque en algunos instantes o de trazos largos e incisivos en otros. Las figuras de la noche fueron Ribera, Reyes, Sierra y Neira, pero todos, incluso aquellos que decepcionaron o se fueron antes de tiempo aportaron algo a esa alegría que se extenderá por mucho tiempo y que puso, además, a los rojos de Santa Laura nuevamente en las lides internacionales, jugando la Copa Libertadores de América.

La trivia del campeón

Unión Española participa de los campeonatos nacionales desde su inicio. ¿Recuerda usted alguno de estos hechos clave en la historia del campeón del Apertura?

1. Unión Española fue parte del primer campeonato profesional chileno, en 1933. De aquel torneo, en el que jugaron ocho equipos y se tituló campeón Magallanes, hay otros dos conjuntos que sobreviven en Primera. ¿Cuáles son?
a) Colo Colo y Universidad de Chile
b) Universidad de Chile y Universidad Católica
c) Audax Italiano y Colo Colo
d) Audax Italiano y Universidad de Chile

2. El primer título de los hispanos llegó diez años más tarde, en el campeonato de 1943. ¿Qué equipos pelearon la corona con los rojos y debieron conformarse con el subcampeonato?
a) Colo Colo y Magallanes
b) Universidad Católica y Santiago Morning
c) Green Cross y Universidad de Chile
d) Universidad Católica y Colo Colo

3. En 1950 Unión Española disputó su primera final, luego de terminar igualado en puntaje con un equipo de provincia. ¿Cuál era ese conjunto que derrotó a los de Santa Laura y logró el primer campeonato nacional para un club no santiaguino?
a) Santiago Wanderers
b) Everton
c) Green Cross
d) O'Higgins

4. Al año siguiente, el equipo dirigido por Isidro Lángara se tomó revancha y se alzó con su segunda corona, la que también se definió en una final. ¿Quién fue el subcampeón de la temporada 1951?
a) Universidad de Chile
b) Audax Italiano
c) Colo Colo
d) Universidad Católica

5. Más de 20 años pasaron para que los hispanos volvieran a ser los mejores en Chile. Pero antes, en 1971, clasificó por primera ocasión a la Copa Libertadores como subcampeón. ¿A quién escoltaron los rojos en la temporada anterior?
a) Universidad Católica
b) Universidad de Chile
c) Palestino
d) Colo Colo

6. Ese subcampeonato marcó el inicio de una exitosa década, que le trajo los títulos nacionales de 1973, 1975 y 1977. Además, se inclinaron en una final de Copa Libertadores (1975) y otra del Campeonato Nacional (1976). ¿Quiénes fueron los verdugos de la Unión, respectivamente?
a) Peñarol y Universidad de Chile
b) River Plate y Colo Colo
c) Racing y Universidad Católica
d) Independiente y Everton

7. Luego de esa brillante época, Unión Española debió esperar hasta 1994 para decir "presente" en otra Copa Libertadores. La campaña de los de Nelson Acosta, que llegaron a cuartos de final, tuvo varios hitos. Sin embargo, ¿cuál de estos hechos NO ocurrió?
a) Derrotó a Colo Colo en la fase de grupos.
b) Venció en el Centenario de Montevideo a Nacional.
c) Superó al Cruzeiro de Ronaldo.
d) Quedó eliminado con Sao Paulo.

8. 1997 fue el peor año de la historia del club, que por primera vez en su historia descendió a Segunda División. ¿Qué equipo bajó de categoría junto con Unión Española?
a) Rangers
b) Cobresal
c) Antofagasta
d) O'Higgins

9. Los rojos casi volvieron al año siguiente, pero sus ilusiones se frustraron en la liguilla de promoción, cuando fueron goleados 6-1 en Santa Laura por su rival. ¿Qué equipo fue el que se mantuvo en la serie de honor a costa de Unión?
a) Everton
b) Coquimbo Unido
c) Cobresal
d) La Serena

10. El retorno definitivo se produjo en 1999. Los rojos, al mando de Juvenal Olmos, fueron campeones. Ese año se produjo el inédito ascenso de cuatro equipos. ¿Cuál de estos elencos NO acompañó a la Unión en su ruta a Primera?
a) Santiago Wanderers
b) Rangers
c) Osorno
d) Everton


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RESPUESTAS

1. C.
Audax Italiano y Colo Colo, además de U. Española, son los únicos sobrevivientes de ese torneo. Los restantes equipos eran Magallanes, Bádminton, Morning Star, Green Cross y Santiago National.

2. A.
Colo Colo y Magallanes. Ambos equipos terminaron con 24 puntos en 18 fechas, mientras que Unión Española hizo 26 unidades.

3. B.
Everton. Los viñamarinos ganaron 1-0 en la definición del título.

4. B.
Audax Italiano. Rojos y verdes igualaron en 36 puntos, pero la Unión ganó 1-0 en la final.

5. D.
Colo Colo, que igualó con los hispanos en la liguilla por el título y luego lo batió 2-1 en la final.

6. D.
Independiente y Everton. Los argentinos ganaron su sexta Copa ante la Unión y los viñamarinos, su tercer y último título nacional.

7. A.
Colo Colo le ganó los dos partidos: 2-1 y 3-1.

8. C.
Antofagasta. Los nortinos hicieron 25 puntos y Unión, 28. Wanderers, con 31 puntos, se salvó.

9. B.
Coquimbo Unido. Los rojos ganaron el partido de vuelta por 3 a 0, pero no ls alcanzó para dar vuelta la serie.

10. B.
Rangers tendría que esperar un año más.

Final 2005 (I): Unión cumplió la mitad de la tarea

El suspenso se instaló en la final del Torneo de Apertura. Y es que Unión Española logró en el Estadio Santa Laura un ajustado triunfo por 1-0 sobre Coquimbo Unido en el duelo de ida de la definición, resultado que dejó a ambos equipos con la posibilidad intacta de quedarse con el título del fútbol chileno.
El conjunto hispano fue netamente superior en el plano ofensivo, pero careció de contundencia para reflejarlo en el marcador y debió conformarse con una mínima diferencia que ahora deberá defender con dientes apretados en la complicada visita a la Cuarta Región, el próximo sábado 9 de julio en el "Francisco Sánchez Rumoroso".
Coquimbo, en tanto, apenas pudo llegar al pórtico del cuadro de colonia y en el partido de vuelta deberá vencer por dos goles para alzarse con el título.
La instancia histórica que significa estar en una final desembocó en tensión, la cual se apoderó de ambos equipos en los primeros minutos y eso se notó en el desarrollo del fútbol.
Tampoco ayudó el pésimo estado del campo de juego. Así, aparte de un lucido disparo de Juan José Ribera a los seis minutos, poco más ocurrió.
Coquimbo apostó por un planteamiento conservador y dejó la iniciativa en manos del cuadro local, que siempre intentó llegar con riesgo al pórtico defendido por Luis Corvalán, no obstante, siempre se vio obstaculizada por la generosa labor de cada uno de los zagueros visitantes (Héctor Robles y Alí Manucheri), quienes se esmeraron en desbaratar cada una de las intentonas hispanas.
A los 14 minutos, nuevamente el palo salvó a Coquimbo tras disparo de José Luis Jerez. Ya Unión merecía la ventaja, pero de ahí en adelante se diluyó y terminó por sucumbir ante el cerrojo "pirata".
En el segundo tiempo, el cuadro de colonia comenzó a arriesgar más en procura de la apertura de la cuenta. Ganaron protagonismo Jerez y José Luis Sierra y el circuito futbolístico hispano comenzó a funcionar y a llevar peligro al pórtico de Corvalán.
Justamente el portero coquimbano estuvo notable a los 64 minutos al sacar un disparo de Sierra... a esa altura la ansiedad comenzaba a apoderarse de los hinchas hispanos.
Cuatro minutos después, Manuel Neira ganó en plena área chica, pero su cabezazo se estrelló en el vertical. Ese fue sólo el aviso, puesto que a los 76 minutos el delantero aprovechó una perfecta jugada entre Sierra y Jerez para decretar la apertura de la cuenta.
Neira recibió el balón en el punto penal, se sacó a Cristián Leiva y con un disparo bajo batió a Corvalán, desatando la algarabía hispana.
Fue el premio a la mayor presión ejercida por los pupilos de Fernando Díaz, quien pudo celebrar una ventaja mayor, ya que sólo cinco minutos después de la apertura de la cuenta, Jerez dejó solo a Neira, pero el ex ariete de Colo Colo falló cuando tenía el arco en absoluta disposición.
Coquimbo Unido apenas tuvo capacidad de reacción y se mantuvo con el fútbol parco que mostró a lo largo de toda la brega. Siguió lejos del arco de Jaime Bravo y terminó derrotado, aunque con la clara opción de dar vuelta el resultado.
Para Unión la frustración de no haber estirado la cuenta y la consciencia que el próximo sábado 9 de julio deberá jugar con dientes apretados para mantener la mínima ventaja.
El duelo se jugará a partir de las 20:00 en el Estadio "Francisco Sánchez Rumoroso".

UN TRIUNFO MERECIDO
Con la tranquilidad de haberse puesto en ventaja en la final del Torneo de Apertura, el técnico Fernando Díaz señaló que el triunfo por 1-0 de Unión Española sobre Coquimbo Unido fue merecido y que ahora deben revalidarlo en la Cuarta Región para lograr el ansiado título.
"Hicimos la diferencia en el juego y en el marcador, por ahora estamos en ventaja, pero hay que revalidarlo en Coquimbo", dijo el entrenador.
"Fue merecido el triunfo, sin embargo, el plantel está muy tranquilo. Sabemos que será difícil, pero confiamos en nuestras capacidades", agregó Díaz.
Respecto a las múltiples oportunidades desperdiciadas en el partido, el ex entrenador de Cobreloa y Universidad de Concepción señaló que "uno siempre quiere ganar por muchos goles para definir rápido, pero la realidad indica que siempre las finales son apretadas, sobre todo en el marcador".
"Nosotros estamos tranquilos. Sabíamos que cualquier resultado que se diera, se define en Coquimbo. Sin embargo, lo primero que tienes que hacer es ganarlo y nosotros lo hicimos, creo que merecidamente", agregó.
Sobre las complicaciones que puso el conjunto de la Cuarta Región, Díaz dijo que "ellos nos cortaron bien los circuitos en el primer tiempo, nos faltó movilidad y cambio de posiciones, pero nos supimos crear nuestras ocasiones".
"Sabíamos que Coquimbo es un equipo muy complicado en el sector defensivo. Cumplimos bien, porque atacamos y estuvimos ordenados para evitar que nos contragolpearan", sentenció.

Cooperativa.cl
3 de julio de 2005

Ole, ola... Unión Española

El champagne no demoró en llegar al camarín de Unión Española. En medio de los gritos, las emociones y las lágrimas, los campeones narraron las impresiones de una jornada histórica.
"Para mí no es revancha, pero sí recuerdo que al principio no me quisieron en Colo Colo... Cuando vine al club lo hice con la mentalidad de conseguir algo importante. El mayor mérito fue que salimos campeones con un plantel muy reducido y eliminando a la U y a la UC. Estoy feliz porque me ha costado mucho en este último tiempo: me lesioné y me gritaban cosas en el estadio... Pero me callé y hablé en la cancha", dijo Manuel Neira, el hombre de los goles importantes en los playoffs.
Había dedicatorias, también. Juan José Ribera, por ejemplo, pensó en "mi polola y en mi familia. El gol que hice fue el más importante de mi carrera. Tengo una felicidad enorme por este título. Después que ellos hicieron el primer gol no nos volvimos locos y nunca perdimos la cabeza, porque creíamos en nuestra manera de jugar".
José Luis Jerez, expulsado a poco del final, estaba algo apenado. "Lamentablemente me echaron y quedé con un poco de amargura, pero hay que celebrar. Esto es para todos mis compañeros". Enseguida le preguntaron si se iba del club y no tuvo una respuesta contundente: "No sé, en la semana se verá".
El DT Fernando Díaz, emocionado a más no poder, hablaba con lágrimas. "Empezamos mal el campeonato, pero es un grupo muy convencido de lo que hacíamos. Es un premio al trabajo que hice antes en Universidad de Concepción y en Cobreloa. Estuve mucho tiempo lejos de mi familia y ahora puedo disfrutar".
Desde afuera llegaron los elogios. "Este triunfo es de los jugadores y el cuerpo técnico. Nosotros, los dirigentes, estamos para administrar y nada más. Estoy muy contento. Vamos a formar un buen plantel para representar bien al fútbol chileno en la Copa Libertadores", dijo el presidente Salvador Calera.
Y el doctor Eugenio Valdecantos, presente en todos los títulos rojos desde 1973 a la fecha, marcó una diferencia. "Los planteles del 70 se formaron con la obligación de ser campeones, en cambio éste no. Por eso hay un sabor especial".

El Mercurio,
10 de julio de 2005

Final 2005 (II): Unión bajó una estrella en Coquimbo

En diciembre último, Jaime Bravo lloraba de pena. Curicó Unido, en Linares, perdía la final de Tercera División y el meta de 22 años sufría su primera gran angustia en el balompié.
Ese mismo mes, pero en Calama, Unión Española cedía el título del Clausura. Y en el desierto los hispanos capitaneados por José Luis Sierra secaban sus mejillas de tanta amargura.
Bravo y Sierra, ahora, también lloran. Pero de alegría. El club de ambos alcanzó el tituló del Torneo de Apertura, tras derrotar a Coquimbo Unido en la Cuarta Región.
Llora Bravo y llora Sierra. Y también lloran Alexis Norambuena, Roberto Órdenes, José Luis Jerez, Juan Pablo Toro... Lloran todos. Porque después de 28 años, la escuadra de Independencia por fin pudo gritar campeón. Y ellos fueron los elegidos de la historia.
Costó la gloria hispana, vaya que costó. Porque las piezas se comenzaban a mover en el Francisco Sánchez Rumoroso cuando Héctor Robles acertó en un tiro libre de Miguel Ángel Romero. Ese gol prolongaba el suspenso hasta los penales, pero los dirigidos de Raúl Toro no se conformaron. Querían más, querían ganar en los 90', y se fueron encima de "Sam". Picaba Rubén Ramírez, buscaba Marcelo Corrales, intentaba Mario Aravena.
El mérito de Unión Española -como sucedió ante Universidad Católica en el juego decisivo- fue insistir en su forma de jugar, ésa que parece tan lenta, pero que al final rinde dividendos.
Y así, y cuando Coquimbo estaba con 10 por la salida de Corrales, llegó el empate de Manuel Neira, que brilló en la etapa fundamental.
Fue el momento clave. Porque mejoró el nivel visitante, llegaron el gol de Juan José Ribera y la desesperación de la escuadra pirata.
El cielo se teñía de rojo y José Luis Sierra, el más ídolo de los campeones, lo terminó de pintar con su penal de la agonía.

LAS CLAVES

LOS ARQUEROS no tuvieron una gran actuación en el partido definitorio. Corvalán se "comió" el segundo gol de Unión Española, mientras que Jaime Bravo se vio dubitativo en los dos cabezazos de Héctor Robles, que significaron las conquistas del conjunto local. Los porteros ayudaron a que hubiese emoción en el marcador.

MAL ARBITRAJE de Rubén Selman y sus asistentes, quienes se equivocaron en la sanción del fuera de juego (el segundo gol de Robles fue ilícito, por ejemplo) y perjudicaron a Unión al invalidar un autogol del mismo defensa, al interpretar erróneamente la intervención de Manuel Neira, de acuerdo con la nueva orden de la International Board.

MAYOR EXPERIENCIA de Unión Española. Si bien el cuadro de Fernando Díaz no suma un título desde la década del '70, sí tiene la vivencia de su última definición ante Cobreloa. Y eso se notó en el Sánchez Rumoroso, puesto que los rojos manejaron el partido en los momentos más complicados. Tanto en defensa como ataque.

El Mercurio y La Tercera,
10 de julio de 2005

Don Salvador

Por ALDO SCHIAPPACASSE

La primera vez que vi a Salvador Calera fue en Santa Laura, en una oficina que jamás supe que existía.
Era la primera entrevista que daba y me impresionaron varias cosas de este tipo cerrado, de hablar castizo y pelo cano. La primera, que, a diferencia de casi todos los españoles con los que había hablado, éste no era republicano. La segunda, el cariño que manifestó hacia el "Coto" Sierra, a quien consideraba casi su hijo. La tercera, que no sabía ni un carajo de fútbol.
Salí, como tantas veces, con una sensación extraña de esa entrevista. Pensando que la tarea de Calera era de una inmensidad inabordable; que sería uno más de estos "iluminados" que llegan para resolverlo todo y terminan naufragando en el océano vasto de "la actividad". Calera me pareció, en la soledad de su oficina, uno de aquellos pequeños dictadorcillos que son investidos de poderes especiales y que sucumben en su terquedad. Pero había tal determinación, tal seguridad en sus convicciones, tanto orgullo en su empeño, que me cayó en gracia. Alguna vez le escribí una columna advirtiéndole de su falta de conocimientos específicos y lo muy caro que se paga eso en el mundo del fútbol, y ¡me la agradeció!
Calera se estrelló de cabeza contra gente más dogmática que él. Roberto Hernández y Fernando Carvallo, para no ir más lejos, abandonaron la tarea con la sensación permanente de los entrenadores integristas que con gente así no se avanza, se retrocede. Pero Salvador, inconmovible, seguía adelante con la tozudez de cualquier español que se respete.
Poco antes de la final en Coquimbo, la preguntaron si aceptaría la Copa que le ofrecería Reinaldo Sánchez, el obtuso e insensato presidente del fútbol, quien había anticipado que el trofeo sería para el presidente y no para el capitán, porque "son los dirigentes los que hacen el principal esfuerzo". Calera, desde el monte de la sensatez, le respondió al porteño que esa Copa iría a las manos de Sierra, "porque los dirigentes somos meros administradores. La gloria de los clubes la escriben los jugadores".
Salvador Calera me confesó aquella primera vez que no iba al estadio, que no podía recitar ni una sola formación de Unión, que de tácticas no sabía. Él es, apenas, un administrador que pagó las deudas, armó proyectos, contrató entrenadores y disfrutó dos finales seguidas, incluyendo el primer festejo de su cuadro en casi tres décadas. Y estoy seguro que se indignará, porque esta columna debió estar dedicada al "Coto" Sierra y a Jaime Bravo, y no a él, que de fútbol no sabe nada.
Podría haber dedicado este espacio a explicar por qué considero que el "Coto" es el jugador más inteligente del fútbol chileno en dos décadas, y que la selección de los últimos años lo ha llorado. Y que Bravo es el mejor proyecto de arquero que veo en mucho tiempo. Pero preferí escribir sólo para decirle a Salvador Calera que se ganó toda mi admiración y respeto, a varios años de nuestra primera charla. Jamás creí que podría, y pudo. Espero, de verdad, que me invite al primer pernil palta del nuevo Santa Laura, porque ahora estoy convencido de que lo hará.

El Mercurio,
11 de julio de 2005

Los pioneros

Por EDGARDO MARÍN

¿Cuál será el mejor título de la Unión? Aunque, en realidad, no es propio hablar de "mejor título". Los títulos son todos buenos, son todos mejores... Se puede hablar de sensaciones más intensas, de recuerdos mejor guardados, de impresiones más fuertes.
Curiosamente, el título rojo que más me ha impresionado es uno del que no fui testigo. El primero, el de 1943. El de "los pollos" de Andrés García, uno de aquellos dirigentes que se desvivían por las divisiones inferiores. Tuvo aquel equipo y tuvo aquella campaña ingredientes que transforman al título en un episodio de rasgos únicos, empezando por la juventud de su plantel.
Hay que pensar que la Unión venía de un desangramiento futbolístico del que difícilmente podría recuperarse después de la disolución de su plantel, en 1939, obligada por el disenso que surgía desde la patria madre. Los que quedaron en libertad de acción eran jugadores -entre otros- de la talla de Fernando Riera, Luis Vidal (que se fueron a Universidad Católica para hacer largas campañas), Voltaire Carvajal, Francisco Las Heras, Víctor "Cañón" Alonso (a Universidad de Chile), Alfonso Domínguez (a Colo Colo). Grandes jugadores, seleccionados nacionales todos. ¿Qué le quedaba a la Unión? Santa Laura, el entusiasmo y sus niños. Nada más. Y nada menos.
Con esos recursos se templó un carácter, se forjó un estilo. Al volver a las competencias, en 1940, el equipo fue último. El 41, quinto, ubicación que repitió el 42, ganándose el aprecio general porque había superado "a otros teams que habían costado miles de pesos". No había ningún extranjero en el cuadro y todos se habían formado en casa.
Para 1943, a los jovencitos de Santa Laura, encabezados por Hernán Fernández, se suman tres veteranos. Atanasio Pardo, que había sido defensor de los rojos en los años 20, ocupa la banca; y a la cancha entran Luis "Cacho" Ponce, jugador de Magallanes de 1933 a 1940, y Segundo "Camión" Flores, que había emigrado a Colo Colo en 1938, después de largas temporadas con los albicelestes. Ellos conducen a Hernán Fernández, Pantaleón Calvo, Francisco Urroz, que vienen jugando juntos desde infantiles. "¡Cómo no nos vamos a entender!", dicen.
Y el público entiende el esfuerzo. En el primer partido, en el estadio de Carabineros, las ocho mil personas los alientan, mayoritariamente, a pesar de que el rival es Colo Colo. La admiración los acompaña a lo largo de una campaña impensada que premia, al decir de la prensa de la época, "el amor propio de once muchachos resueltos a gastar hasta la última gota de energía".
Hoy, cuando se festeja la sexta estrella, un saludo a los que bajaron la primera. Hernán Fernández; Pantaleón Calvo, Francisco Urroz; Mario Carmona (Segundo Flores), Mario Garrido, Luis Ponce; Luis Cáceres, Atilio Cremaschi, Luis Machuca, Mario Campaña y Benito Armingol. Es justo.

El Mercurio,
13 de julio de 2005

Sierra, el triunfo de una idea

Por ESTEBAN ABARZÚA

Este nuevo título de José Luis Sierra, a los 36 años y por primera vez con Unión Española, el equipo que lo vio nacer, puede ser reconocido como una epopeya de la identidad, el amor propio y la persistencia de valores para él irrenunciables.
Ser campeón así, por supuesto, tiene un mérito doble, especialmente porque hoy no abundan estos ejemplos, este respeto por un estilo de juego y de vida que además se ha ganado el derecho de ser respetado por todos; porque debe ser muy difícil encontrar en Chile una institución más querible y multitudinaria que el Club de Admiradores del Coto Sierra, ilustre lanzador de pases y anotador de goles con pelota detenida.
En la historia de este jugador habrá que dejar constancia de varios acontecimientos constitutivos de leyenda. Un mítico gol de tiro libre, el que le hizo a Camerún en el Mundial de Francia, un pelotazo largo de libro para que el Matador Salas se hiciera famoso en Wembley, el apodo de Hagi chileno que hace una década le puso el entrenador brasileño Telé Santana para justificar su llegada a Sao Paulo, y sus jugadas a un toque con Marcelo Espina y Emerson Pereira en el Colo Colo de Gustavo Benítez, entre otros relatos posibles. Todo eso, por cierto, coronado ahora por una vuelta olímpica con Unión: el premio con que el 10 hispano viene a honrar su cuna, la familia Sierra Pando, su padre Domingo, que ya no está, y su tío Luis. Ambos rojos de corazón.
Sin embargo, el Coto representa mucho más que una mera acumulación de hitos, a los cuales también cabría agregar algunos defectos que redondean su figura, como el penal que perdió en la Copa América de 1993 y su paso frustrado por el extranjero. Sierra, en realidad, no sería lo que es sin estas fallas de fábrica: quizás su lentitud o su aparente falta de combatividad. Él, después de todo, es el triunfo de la cabeza sobre el músculo, el jugador antes que las tácticas, algo tan simple como pegarle bien al balón. Las virtudes clásicas por encima de las revoluciones y las pesadillas. Dicho de otra forma, lo suyo es el triunfo de una idea.

Las Últimas Noticias,
10 de julio de 2005

Dos finales, una pasión

Por HUGO ARIAS V.

Pocas veces como el domingo llegué a un estadio con un nudo tan apretado en el estómago. Tal vez por la mezcla de sensaciones que me habían acompañado desde que el jueves en la noche Unión salvó ese cero a cero en un cada día más agónico Santa Laura. Cuando comenzaba a subir hacia San Carlos de Apoquindo sentí que podíamos salir de allí con un triunfo, con la clasificación, pero la evidencia era tan contundente que obligaba a la mesura y hasta a la desesperanza: era la casa de la UC, de la UC más cara de los últimos años, del equipo que no escatimó en gastos para ser campeón, del cuadro de mejor rendimiento del torneo, de los más goleadores y los menos batidos, de la escuadra con mejor despliegue físico. Esperar un triunfo ante ese rival y en su cancha era solamente un acto de fe, de amor, de pasión. Por eso el nudo, porque mientras nos íbamos encaramando a los cerros del barrio alto, la porfiada razón insistía en interponerse con sus argumentos irredargüibles.
El viento amenazó desde temprano con transformar el estadio en una tumba fría, y las nubes se preparaban para descargar el llanto, y ahí estábamos, esperando que por fin comenzara a rodar la pelotita –como dice Ernesto Díaz Correa, un fanático rojo como pocos–, esperando que el último acto del drama se comenzara a deshilar. Cuando faltaban 30 minutos para la hora señalada, parecía que ya estábamos todos ubicados, pero el partido no empezaba nunca. Hubo que esperar 30 veces más para que sonara el silbato de Selman.
Unión amenazó de entrada y la UC respondió de inmediato, y amenazó una y otra vez. Y así se vendría el resto del partido: con los locales asediando el arco rojo, pero con una Unión bien plantada, segura de lo que tenía que hacer, concentrada en tener la pelota y llegar al arco rival en forma asociada, porque durante todo el año nos ha penado no contar con un ataque contundente que marque presencia en el área rival.
Fue un duelo por momentos infartante: los rojos tuvieron el gol del triunfo al menos en tres ocasiones, y los cruzados en otras tantas. Pero el destino estaba escrito en los mismos términos de 2004: los penales. Y debo decir que cuando terminamos 5 a 5, el nudo de razón y pasión se me apretó aun más. Pero los muchachos, que durante el año habían estado tan irregulares, se empinaron a lo más alto y nos volvieron a encender en el corazón la esperanza de una nueva estrella, oportunidad que no pocos dábamos por perdida hace un par de meses…

UN AÑO MUY DIFÍCIL
Prefiero decirlo ahora. Antes de que la pasión de un posible triunfo nuble el análisis o la decepción por una nueva ilusión desvanecida oscurezca el ánimo. Prefiero aprovechar este lunes lluvioso para echar un vistazo a esta primera mitad de año tan extraña que nos tiene al cabo de 23 partidos otra vez en una final, con el sueño de conseguir la tan esquiva sexta estrella para los estandartes de la Unión Española.
Es extraño estar nuevamente con la esperanza encendida, apenas seis meses después de aquella otra definición de la liga con Cobreloa. Pero es extraño por lo disímil de las campañas que nos llevaron a la disputa del título.
Es imposible obviar las diferencias entre el Clausura 2004 y este Apertura 2005. Sólo la pasión sigue intacta, a pesar de que ha sido un año difícil de llevar. La de 2005 ha sido una temporada de menor presupuesto y menor plantel, de peores resultados y de juego menos lucido, de refuerzos menos rutilantes y de rendimientos más decepcionantes (aunque Reyes, Ribera y Benítez se han plantado con decisión en los últimos partidos), de un técnico que no conseguía dar una fisonomía al equipo.
Este año las derrotas fueron demasiadas, pero las victorias tuvieron la virtud de llegar en los momentos y dosis precisas para dejarnos en los play offs de manera directa. Pero de ahí en adelante, como ya es lugar común, “comenzó otro campeonato”. Y en esta nueva fase, Unión mejoró lo suficiente como para aprovechar las licencias que le dieron las dos universidades.
Es cierto que durante la primera ronda del torneo los hispanos quedaron décimos y se entiende que el ánimo de la hinchada no estuviera muy en alto. Pero en los play offs se eliminó a la U. de Chile y la U. Católica, nuevamente por penales, y eso puede despertar hasta al más frío de los seguidores rojos.
Nos separan de la meta 180 minutos que nos exigen convicción, tranquilidad, pero sobre todo pasión. Esa que demostraron los jugadores el domingo en San Carlos de Apoquindo, acompañados de casi 2.000 fanáticos que no trepidaron en vestirse de rojo para escribir el destino del equipo de sus amores en la precordillera santiaguina.

27 de junio de 2005

El sueño de Sierra, el sueño de todos

Faltan tres minutos para el final. Unión Española está con 10 jugadores por expulsión de José Luis Jerez. El meta Jaime Bravo -Sam, para los amigos e hinchas- corta una pelota aérea, pero no tiene a quién dársela. José Luis Sierra le grita y corre como endemoniado. El saque de Sam sobra al último hombre de la adelantada zaga coquimbana. El Coto encara, frena, se la cede a Mauricio Risso y éste es derribado por Luis Corvalán. El árbitro Rubén Selman no duda: penal.
Todos miran a Sierra. Camina calmadamente, coloca el balón, le pega rasante al medio y corre hacia la barra. Es el 3-2 definitivo, el gol que sellaba la historia de Unión campeón. Toda la compostura de la semana se termina. El jugador que no quería dedicar triunfos, el que actuaba con excesiva mesura antes de esta final, daba rienda suelta a la alegría más grande de su vida: lograr un título con Unión Española.
La historia está escrita, por más que el ímpetu coquimbano continúa en los escasos instantes que quedan, con el Choro Robles como estandarte. Unión espera el final y puede al fin celebrar.
El objetivo de los abrazos de jugadores e hinchas es el Coto Sierra, el único que se quedó con la camiseta roja y no se puso la blanca de celebración del título que confeccionó uno de los auspiciadores. Sierra abraza a todo el mundo. Niños, grandes y hasta a una abuelita que está en la cancha. Entre palmoteos se seca la transpiración. Llora de felicidad.
La cancha está invadida y el Coto saluda al presidente Salvador Calera. Después a Manolito Neira, un abrazo de más de un minuto, el más afectivo. La prensa los rodea respetuosamente. Nadie quiere interrumpir el ritual.
“Esto es una emoción muy grande, no sé que decir”, señala tres veces. A la tercera se le quiebra la voz: “Esto es muy especial para mí. Antes fui campeón con Colo Colo, pero nunca sentí tanta emoción como ahora. El título se lo dedicó a la hinchada”.
Pareciera que el millar de seguidores hispanos apostados al lado de la marquesina lo escucharan, porque cantan: “Dale capitán, gracias capitán”. Y se le vuelven a caer las lágrimas.
Sierra recibe la Copa, la levanta e inicia la vuelta olímpica. El autor del gol de tiro libre de Chile a Camerún en Francia 98 se la cede a su amigo Neira. “La gente de Unión sufrió demasiados años sin títulos, incluso en segunda división”, dice. Se abraza con Pablo Galdames y le sigue dando besos al trofeo.
“Merecíamos estar en la final y ganarla. Dijeron muchas cosas, que jugábamos lento y que no jugábamos a nada. Pero ahora lo que digan los demás no me importa, somos los mejores”, desafía. Y agarra la copa. Y se la lleva al bus. Un hincha le da un beso, pero él no suelta la copa. Su tan preciada copa ganada con la camiseta de Unión Española.

FINAL SOÑADO
Sus 36 años no fueron impedimento para ser uno de los más activos en la avalancha "Roja" que se tomó el Francisco Sánchez Rumoroso. Y no era para menos.
"Obviamente que este título es muy especial. Por la relación que tengo con la colonia y, además, por terminar convirtiendo el gol del triunfo. Es el final que cualquier jugador que se identifica con un club quiere tener", dijo ayer el volante.
José Luis Sierra consiguió uno de los pocos logros que no había alcanzado en su exitosa carrera como jugador: un título oficial con Unión Española. El "Coto" es hincha hispano desde que era niño y, pese a estar en dos períodos en el equipo rojo, nunca había levantado la copa de un torneo nacional junto con el club de sus amores.
El "Coto" reconoció anoche que "cuando fui a patear el penal no pensé en nada porque iba muerto. Sólo que tenía que pegarle fuerte y al medio".
El romance entre Sierra y el equipo de la Plaza Chacabuco se remonta al 9 de septiembre de 1989. Unión recibía a O'Higgins por el Campeonato Nacional y en el camarín había un joven inquieto, que contaba los minutos para salir a la cancha. Era el debut oficial de un volante que, con una zurda espectacular, comenzaba a escribir una de las historias más talentosas del fútbol nacional. También fue el inicio de su estrecha relación con las redes. "Enfrentamos a O'Higgins en Santa Laura. Perdíamos 4-0 y yo hice el descuento sobre el final. Ese fue mi primer gol, en el arco sur del estadio", recuerda Sierra cada vez que le consultan por su debut.
Sierra sumó ayer su sexto título profesional. La última vez que había gritado campeón fue en 1998, cuando junto con Colo Colo celebró la obtención del Torneo Nacional.
En este torneo, el talentoso volante volvió a ser protagonista. Con su estilo clásico, puso el fútbol necesario para que su equipo levantara una nueva Copa. Cuando todos daban por descontado que el cuadro hispano no seguía en carrera, el "10" puso la cuota de talento para alcanzar el preciado objetivo.

"SE LO DEDICO A MI PADRE"
Sierra no se cansó de dedicar el triunfo a aquellos que ya no están en el club. "Este título tiene un sabor muy especial. También lo merecen mucha gente que trabajo con nosotros y que ya no está, como el Nacho González, Sebastián Miranda, Fernando Carvallo y Roberto Hernández", recordó el volante, quien agregó que "este torneo fue muy difícil porque la cantidad de jugadores que tenía el plantel, en comparación al anterior, era muy reducido".
"Cuando perdimos la final con Cobreloa creí que nunca más... Que era un bonito fin a mi carrera. Afortunadamente se dio de nuevo y este título se lo dedico a mi papá que nunca me pudo ver campeón... Además, se lo dedico a toda la gente que nos acompañó en este largo proceso. Esto es un premio a una consecuencia de años, de buen estilo de juego, a veces es criticado y mirado en menos", reflexionó José Luis Sierra.

Las Últimas Noticias, La Tercera y El Mercurio
10 de julio de 2005

Libertadores '94: el último gran intento

Ya habían dejado en el camino a Nacional de Montevideo y a Cruzeiro, con un golazo de Juan Carlos Carreño en Santa Laura, en lo que sería un aperitivo contra los brasileños. Es que el Sao Paulo de Telé Santana, con Raí, Palinha y Juninho entre otras figuras era el rival a vencer por los hispanos para llegar hasta las semifinales.
El 29 de julio, en Santa Laura, José Luis Sánchez abrió el camino con su gol a los 30 minutos, pero Juninho lo tapó a los 49.
La revancha en Morumbí, fechada el 3 de agosto, fue un partidazo de esos que lo dejan a uno pegado al televisor. Unión perdió 3 a 4.
Palhinha abrió el marcador a los 22, Valber aumentó a los 27, André siguió a los 58 y Euller puso la lápida a los 78. Sin embargo, José Luis Sánchez descontó a los 52 y a los 63, encendiendo la esperanza de los chilenos. El propio Sánchez tuvo una opción frente al gigantón arquero paulista, Zetti, pero en vez de rematar, prefirió buscar a un compañero en el área y así se perdió una gran opción. José Luis Sierra, quien más tarde pasaría a formar parte del plantel de Sao Paulo, estrechó más las cifras a los 83 con un tiro libre de su sello. Los minutos restantes fueron un infierno.
El pitazo final del colombiano Torres le bajó la cortina a uno de los mejores equipos que tuvo Unión.
De ese plantel destacaron figuras como Rabajda, Juan Carlos González, Ricardo Rojas, Pablo Galdames, Mario Luca, Ricardo Perdomo, Claudio Figueroa, José Luis Sierra, José Luis Sánchez, Juan Carreño y Rodrigo Ruiz. Casi todos se fueron a otros equipos, elevando su carrera deportiva. Así también sucedió con su técnico, Nelson Acosta, quien dejó la banca hispana para hacerse cargo de la selección que clasificaría al Mundial de Francia 1998.

pasionyfuria y TVN.cl

La inolvidable Copa del '75

El arquero Pérez de Independiente ve cómo se le cuela el remate de Sergio Ahumada en el primer partido de la final de 1975 que Unión ganó 1 a 0.









Siete veces ha participado la Unión Española en la Copa Libertadores de América y seis de esas ocasiones fueron en la década del 70, la Edad de Oro de los rojos de Santa Laura. En 1974, el campeón fue Huachipato y la liguilla para definir a su acompañante en la Copa del 75 fue ganada por Unión Española, que debió superar a Palestino, Santiago Wanderers y Colo Colo.
El siguiente es el recuento que el periodista Sergio Ramírez Banda hizo en 1976 (para una publicación especial de la Unión) de la participación de Unión en la Copa de 1975, año en que el equipo dirigido por Luis Santibáñez se coronó Subcampeón de América.
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Vivir la Copa Libertadores de América junto a Unión Española es la mejor experiencia de mi trayectoria profesional. Y con el correr del tiempo sigo pensando en que se pudo ganar o mejor dicho que Unión Española debió traer el trofeo a Chile porque lo merecía, porque la campaña de los rojos de Santa Laura fue globalmente superior a la de Independiente, que por ser el campeón llegó a la final en forma desahogada.
Por qué Unión no ganó la Copa del 75 es una discusión que aún se prolonga. Y hay quienes afirman que se perdió la gran oportunidad porque un equipo como el de Unión Española del 75 sólo surge “de vez en cuando” en este país…
Recordar ese equipo estelar es cosa lógica y rememorar la espléndida campaña de la Copa es sumergirse en una actuación histórica.

EN BOLIVIA
Más que los rivales se temía a la altura. Más que a José Willsterman y a The Strongest se les temía a factores extrafutbolísticos que pudieran afectar la opción de Unión Española. Pero el cuadro exhibió clase, coraje y fútbol para “arrancar” dos empates en canchas del Altiplano, resultados que a la postre fueron decisivos en el paso a las semifinales. Y recordamos “como si fuera hoy” el momento en que Vallejos detuvo el penal a Bastida en una atajada portentosa del guardavallas que pasó a Everton.
¿Hubo un equipo que jugara alguna vez mejor que Unión frente a Huachipato en el Estadio Nacional? Aquella noche de marzo del 75 la Unión se “pasó” en el pasto de Ñuñoa y el 7 a 2 sobre el campeón del 74 dio lugar a una exhibición de lujo de Unión Española. Fue una noche de reyes, una noche para no olvidarla jamás.
A los bolivianos se les ganó con relativa facilidad y, como se presumía, The Strongest trató de enredar el partido, pero la superior clase de Unión terminó por imponerse. El paso a las semifinales estaba dado; el camino se veía expedito para que Unión intentara la gran hazaña.

LAS SEMIFINALES
Para simplificar la campaña de las semifinales señalaré dos partidos sensacionales, ambos contra Universitario de Lima. Aquí en Santiago se le ganó en el último minuto con gol de Sergio Ahumada (el verdugo de los peruanos) y en la capital del Rimac la Unión sacó un empate que debió ser triunfo. Pero eso bastó para que la Unión pasara a las finales. El otro rival –Liga Deportiva Universitaria de Ecuador– había tenido el atrevimiento de ganar a los rojos en Quito, pero aquí en el Estadio Nacional el desquite fue tremendo. La novedad estuvo en que Liga presentó a un jugador que causó muchos dolores de cabeza, el Polo Carrera, que en Quito fue un portento en el triunfo local.

LAS TRES FINALES
Y llegó la final con Independiente, la primera en Santiago de Chile, con un triunfo espectacular y agónico en el que una vez más Sergio Ahumada fue el héroe. Al final de los 90 minutos, creí que Unión iba a ser el campeón de la Copa Libertadores de América. Ahí pensé que el fútbol chileno iba a lograr su primera estrella internacional.
En Buenos Aires, tras el primer tiempo espléndido de Unión Española, el cuadro se desdibujó en la segunda etapa permitiendo a Independiente sacar el 3 a 1 que obligaba a una definición en Asunción. A esa altura, Unión Española había cumplido con creces, pero el título seguía siendo la gran ambición del club y de todo el país.
¿Qué pasó en la capital de Paraguay? Nada extraño. Sencillamente jugó mejor Independiente en la finalísima, utilizando sus reservas físicas para emplearlas en esta confrontación decisiva. Aun perdiendo la Copa, Unión dejó acreditada la capacidad que le llevó a definir el trofeo con el poderoso Independiente.

Sergio Ramírez Banda