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La década de oro

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Por Julio Martínez P. (1975)
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.....Todo comenzó el 70.
.....Fue el año del despegue. A partir de ese entonces, Unión Española se transformó en primer actor y más que eso, en atracción permanente y preocupación general.
Hubo una época en que se hablaba poco de Unión.
.....De la fecha señalada para adelante –a través de una política moderna y ambiciosa– todo el mundo tuvo que referirse a los rojos de Santa Laura. Como antaño, como otrora.
El balance es elocuente.
.....En los últimos seis torneos oficiales, Unión ha logrado dos títulos, dos subtítulos, un tercer lugar y un cuarto. Siempre en tabla, como diría un hípico. Sin olvidar, por cierto, el subcampeonato del año pasado en la Copa Libertadores, satisfacción sólo conseguida por Colo Colo.
.....Unión prestigia a la colonia. Conviene consignarlo, destacarlo y repetirlo, porque en muchos sectores de a colectividad no se le ha dado la debida importancia o no se ha sabido pesar en su exacta valía lo que Unión Española consigue al conjuro de sus ramas deportivas. Hace un rato largo que Unión está en el primer plano de la noticia y el devenir futbolístico. Hace un rato largo que Unión es monarca sempiterno del básquetbol santiaguino. Hace un rato largo que otras actividades de la expresión física encuentran en las sedes hispanas exponentes lúcidos y coronados. Y eso en el fondo es una auténtica tarea de hispanidad.
.....Aunque muchos lo ignoren o lo desestimen, Unión es en estos momentos una suerte de vitrina que invade campos y páginas, que llega a diversas latitudes, que suena en los oídos del país y el continente. Unión preocupa. Unión es motivación futbolera a lo largo del país con sus proyecciones y sus realidades. ¿Quién puede negarlo?
.....El año 75, las asistencias más altas en diversos reductos provincianos se produjeron con Unión. Ocurrió en Antofagasta y se repitió en La Portada, sucedió en Sausalito y también en Temuco. Lo mismo reza para Coronel y Las Higueras. ¿Por qué? Porque esa gente provinciana guardaba el recuerdo de la Libertadores, esa gente aún vibraba con los goles de Trujillo y las proezas de Palacios, esa gente quería ver de cerca la calidad de Spedaletti o la briosa rapidez de Véliz, esa gente quería aplaudir a Machuca y Arias, a Berly y Soto, a Vallejos y Enoch, a Inostroza y Gaete, a Miranda y Santibáñez.
.....La siembra fue prolífera y en esas noches memorables de Ñuñoa, con estruendo de triunfo y antorchas de júbilo, Unión se adentró en el afecto popular, y de equipo resistido pasó a conjunto respetado, de equipo odiado a representante querido, de equipo solitario a fuerza multitudinaria.
Eso es lo que ha hecho Unión por España y por Chile.
.....Generalmente se dice que Unión responde al esfuerzo de una colonia y el afán de muchos. No es así. Responde al tesón de unos pocos y el generoso desprendimiento de un grupo fácilmente identificable. Y eso hay que decirlo.
.....La razón es simple. No llega ya el contingente español de comienzos de siglo. La mayoría de los pioneros murió. Otros se alejaron voluntariamente. Algunos se cansaron de ser zarandeados y ofendidos en las tribunas. Por eso, van quedando pocos, cada vez menos, los más fervorosos. Descendientes de esos viejos tercios, hijos que se mantienen apegados al entroncamiento que les habla de raza y estirpe. Ahora, la sede de Carmen sólo se llena de tarde en tarde. Cuando Unión retorna victoriosa de Lima. Cuando Unión es campeón. Cuando la euforia se expresa a través de cánticos y brindis. Después… los mismos de siempre.
.....Por eso, cuando Unión dio la vuelta olímpica, cuando Unión provocó el delirio en la Copa, cuando Unión se metió en el sentimiento de quienes están invariablemente contra sus colores, la mente se estiró hacia otros tiempos, hacia aquellos que levantaron Santa Laura, los que soñaron con la Unión de hoy.
.....Es el mérito de quienes han logrado este verdadero resurgimiento contra viento y marea. Con terquedad quijotesca. Con templanza hispana. Con visión moderna y ambición declarada. Con tenacidad inquebrantable y fe de cruzados.
.....Por eso Unión es lo que es.

. Unión Española. Leonardo Véliz afina el coro del '76: Juan Machuca, Rafael González, Miguel Espinoza, Mario Soto, Mario Osbén, Eddio Inostroza, Miguel Ángel Neira, Antonio Arias, Luis Miranda y Víctor Pizarro.
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La saga de las tres estrellas

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En Santa Laura, parte del equipo del '75: Jorge Spedaletti, Mario Soto, Rubén Palacios, Hugo Berly, Antonio Arias, Manuel Gaete, Juan Machuca y Luis Santibáñez.

.....“El éxito se concentra en Santa Laura” titula el periodista Edgardo Marín un capítulo de su Historia total del fútbol chileno, en el que aborda gran parte de la década del ’70. Y es cierto, el éxito tuvo epicentro en la plaza Chacabuco durante gran parte de esos convulsionados años.
.....Los artífices de la Década de Oro son un puñado de hombres que desde las oficinas o en la cancha fueron devolviendo al equipo hispano el protagonismo y el temple de los inicios del profesionalismo. Bajo la batuta directiva de Abel Alonso y con Luis Santibáñez en la banca, en menos de diez temporadas los rojos suman tres estrellas en campeonatos nacionales y se suben al podio continental con el subcampeonato de América de 1975.
.....Unión avisó que despertaba la Furia con los subcampeonatos de 1970 (“campeón sin corona”, dijo la prensa) y 1972. Pero la tarea no era fácil y al sueño de tocar la tercera estrella se interpuso un Colo Colo excepcional, el primer equipo nacional que llegó a la final de la Libertadores en 1973.

.....La primera Libertadores
.....Unión Española y Colo Colo –una pareja que se repetiría varias veces en la década– representaron a Chile en la Copa Libertadores de 1971 frente a Cerro Porteño y Guaraní de Paraguay.
.....Los rojos iniciaron el torneo en Asunción con una derrota ante Cerro Porteño (2-1) y un empate clave con Guaraní (1-1). En Santiago le ganaron a Colo Colo (1-2, como visita) y luego a Guaraní (2-1). Los posteriores empates con Cerro Porteño (0-0) y Colo Colo (1-1) ubicaron a Unión Española primero en su grupo, con 7 puntos, y le abrieron el camino a las semifinales. Pero la aventura terminó ahí: apenas un triunfo ante Barcelona de Ecuador (3-1 en Santiago, luego de un 0-1 en Guayaquil) y nada que hacer contra Estudiantes (0-1 en Santiago y 2-1 en La Plata).
Al año siguiente, nuevamente subcampeón en Chile, tras Colo Colo, y otra vez a la Copa en 1973.
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.....Por fin la tercera
.....En la Copa Libertadores de 1973 todo fue para Colo Colo. Unión apenas ganó a El Nacional de Quito (2-1 en Santiago) y sacó dos empates como local ante Colo Colo (0-0) y Emelec (1-1). Fue último en su grupo y se despidió temprano de la ilusión internacional. Pero aprovechando el desgaste de los albos –llegaron hasta la final con Independiente– y el irregular torneo local tras el Golpe Militar, Unión Española se quedó con el campeonato nacional de 1973, con un solo partido perdido (80% de rendimiento), mientras el cacique masticaba aún el desconsuelo de no haber podido traer hasta Santiago la esquiva copa de campeones sudamericana y debía recuperar partidos a razón de dos por semana para ponerse al día en la liga.
.....Después de 22 largos años Unión conquistó su tercera estrella. A la banca, a reemplazar a Néstor Isella, había llegado Luis Santibáñez, campeón con San Felipe en 1971, quien apenas llegado a Santa Laura declaró: “Vengo a ser campeón. No tengo otra alternativa y por eso lo voy a lograr”. Y lo logró, junto con un gran equipo que defendió en la cancha los colores y la historia hispanos: Leopoldo Vallejos, Juan Olivares, Hernán Varas, Raúl Angulo, Hugo Berly, Remigio Avendaño, Gustavo Viveros, Fernando Carvallo, Guillermo Yávar, Jorge Toro, Honorino Landa, José Acevedo, David Henry, Luis Pino, Osvaldo González, Alexander Prado, Jorge Vásquez, José Reyes, Daniel González y Roberto Fuentes.
.....Tras la gloria del ’73, la Copa Libertadores del ’74 fue para olvidar. Nuevamente fueron Colo Colo y Unión los representantes chilenos, pero estaban fundidos y resultaron presa fácil para Huracán y Rosario Central. Los albos no ganaron ningún partido y Unión sólo consiguió superar a Colo Colo en los dos encuentros que diputaron en Santiago (2 a 1, como local, y 2 a cero, como visita).
.....El ’74 tampoco trajo una nueva estrella local, pero Unión Española consiguió matricularse nuevamente para la Libertadores del año siguiente –acompañando al campeón Huachipato–, luego de ganar una liguilla a Santiago Wanderers y Colo Colo y tras haber rescatado a mitad de campeonato a Luis Santibáñez, quien había partido a Ovalle tras el torneo del ’73. Las alegrías estaban reservadas para 1975.

....Campeón de Chile y subcampeón de América
.....Acostumbrado ya a las copas, Unión Española inició 1975 reforzado y con grandes objetivos en el horizonte. Y al cerrar la temporada la cosecha fue impresionante: Campeón del fútbol chileno, agregando la cuarta estrella a los estandartes hispanos, y subcampeón de América en esa inolvidable Copa Libertadores del '75.
.....La Unión del ’75 fue un equipo de estrellas: el cuadro que brindó el mejor fútbol del año, el que mantuvo la atención de los hinchas en la liga y la copa, el que coronó con triunfos imborrables los pastos de Santa Laura y el Nacional. Con su mayor goleada del año (7 a 1 a Santiago Morning), Unión Española cerró la competencia de 1975 para convertirse en el campeón indiscutido. Los rojos de Santa Laura fueron el equipo más goleador (con 76 tantos), el que acumuló mayor cantidad de victorias (20) –junto con Deportes Concepción– y el que sufrió menos derrotas (4) en las 36 fechas del campeonato.
.....En las filas rojas brilló todo el año quien fuera elegido el Mejor Jugador de la temporada: Mario Soto, un valuarte de la defensa que la Unión había adquirido a Magallanes casi como premio de consuelo, después de la fallida intentona por hacerse del goleador Heriberto Pizarro. Desde Argentina, los hispanos sumaron al mejor aporte extranjero del torneo: Rubén “Pinina” Palacios. Jorge Américo Spedaletti, otro “rojo” de excepción en 1975, podría haberse ganado ese título, pero la “Pantera Rosa” a esas alturas ya se había convertido en ciudadano chileno.
.....Los máximos goleadores rojos del año fueron Luis Miranda (12), Spedaletti (10), Reinaldo Hoffman (8), Palacios (7), José María Carregado (7) y Alejandro Trujillo (7). Pero pocos se quedaron sin anotar ese año en Unión: Manuel Gaete (3), Leonardo Véliz (3), Sergio Ahumada (2), Eddio Inostroza (2), Juan Toro (2), Francisco Las Heras, Enzo Escobar, Hugo Úbeda y Mario Soto también se inscribieron en la tabla. Faltaron el “Polo” Vallejos y Enrique Enoch (arqueros), Juan Machuca, el capitán formado en casa, y Berly, quien tras los festejos por la cuarta estrella anunció su retiro del fútbol, después de una trayectoria brillante en Wanderers, Audax, la Unión y la Selección.
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....Un respiro, y luego la quinta
.....El título de 1975 inscribió a Unión Española nuevamente en la Copa Libertadores, por cuarto año consecutivo. Y ante los nuevos desafíos, nuevos rostros también.
.....Tras el brillante desempeño del 75, algunas figuras partieron de Santa Laura, especialmente tentadas por un agigantado Everton, como Leopoldo Vallejos y Jorge Spedaletti. Antes lo había hecho Sergio Ahumada y también se despidió Hugo Berly. Pero llegaron Mario Osbén, Leonel Herrera, Rafael González, Víctor “Pelusa” Pizarro y Waldo Quiroz. Y el desafío no era otro que repetir la hazaña del ’75. ¿Podría la Unión ser nuevamente campeón y escalar en la Libertadores?
.....La lucha en canchas internacionales fue muy dura. Junto con Palestino, la Unión Española se enfrentó a los uruguayos Peñarol y Nacional en un grupo por demás difícil. En Montevideo, los rojos cayeron con Peñarol (2-0) y sacaron un valioso empate con Nacional (1-1). En Santiago se ganó dos veces a Palestino (ambas por 1-0) y a Nacional (2-0). Peñarol, en cambio, sacó un empate sin goles que finalmente dejaría a Unión y a los aurinegros uruguayos igualados en el primer lugar del grupo con 8 puntos, pero a los del Río de la Plata con mejor diferencia de goles. Para Unión, ese año la Copa terminó en la primera ronda.
.....De vuelta a Chile, los rojos se concentraron en la liga local. El rival más temido era Everton. Y finalmente, tras terminar empatados en el primer lugar (con 53 puntos), Unión y los ruleteros revivieron una historia que habían protagonizado en 1950 y debieron definir al campeón en dos partidos que reunieron a más de 130 mil personas en el Estadio Nacional. El primer encuentro terminó empatado a cero en los 90 minutos y tras los 30 de alargue. Pero en el segundo, los viñamarinos tomaron la ventaja y no la dejaron escapar: 3 a 1 definitivo, con el descuento a cargo de Manuel Gaete (penal).
.....Con la espina clavada y sin tener que repartir fuerzas entre el torneo local y la Libertadores, Unión Española enfrentó el campeonato de 1977 con un solo objetivo: ser campeón. Con Everton nuevamente a la caza -además de Palestino y Green Cross-, los rojos debieron esperar hasta el último partido del año (contra Ovalle) para cantar victoria, pero esta llegó finalmente.
.....Era la quinta estrella, la última que ha conseguido el equipo de Santa Laura. Y a ella contribuyeron con su magia: Mario Osbén, Enrique Enoch, Juan Machuca, Antonio Arias, Leonel Herrera, Francisco Las Heras, Rafael González, Rogelio Farías, Enzo Escobar, Nicolás Novello, Waldo Quiroz, Luis Miranda, Alejandro Trujillo, Alfredo Letanú, Villalba, Víctor Pizarro y Leonardo Véliz.
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La revancha del 51

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Unión Española Campeón 1951: Claudio Río, Luis Cárcamo, Mario Lorca, Atilio Cremaschi y Pedro H. López. 


Por EDGARDO MARÍN

Dos hechos se conjugan en 1951 para modificar nuevamente el formato del torneo. Por un lado, la necesidad tradicional de aumentar las fechas del campeonato para garantizar el flujo de las tesorerías. Por otro, el enorme interés que vienen produciendo los torneos. De modo que los doce competidores de 1951 juegan dos ruedas de todos contra todos y una tercera entre los seis primeros. No es una liguilla, pues sus animadores llegan a esta última rueda con el puntaje acumulado en las dos primeras.

Esas son las reglas del juego en el campeonato que Unión Española va por el desquite. La Unión e Isidro Lángara. Porque el legendario vasco había sido el técnico del 50 y debe soportar las críticas a su gestión y, particularmente, a la estrategia del cuadro rojo en la definición con Everton de Viña del Mar.

Aun cuando la Unión hace 57 goles en 1950 (uno más que los viñamarinos), la idea en Santa Laura es que hay que mejorar la producción del ataque. La estructura defensiva está fuera de discusión. Hernán Fernández es un gran arquero y la solvencia de Isaac Fernández es reconocida. Américo Azares, Valentín Beperet (el “Gaita”) y Jorge Ibáñez completan un cuadro de fortaleza en el quite. Tampoco es problema el enlace, con la entrega generosa de Atilio Cremaschi y la organización de Carlos Rodolfo Rojas.

También tiene gol la Unión, con Mario Lorca, artillero indiscutido. Pero quiere más. Entonces, desde Universidad de Chile –donde no convence–, llega Pedro Hugo López para la punta izquierda. Y desde Buenos Aires se trae a otros dos delanteros (Mario Sierro y Francsico Arbios) que, sin embargo, no concretan y son devueltos.

A pesar de todos los preparativos, al abrir el campeonato no gana tanto en ataque la Unión y sí parece perder en defensa (2-4 con Magallanes y la misma cuenta con Santiago Morning). Y cuando funciona en ataque con la incorporación de Claudio Río (4-0 a la U), se resiente la defensa (3-4 con Everton y 4-6 con Green Cross).

Durante seis fechas los rojos se mantienen en la incertidumbre. Es entonces, ganándole 3-1 a Ferrobádminton, cuando aparece en la formación un joven que sería decisivo. Y que no viene del extranjero. Es un futbolista amateur de Concepción, Raúl Cárcamo. Él alivia las tensiones de Atilio Cremaschi –muy exigido en las últimas temporadas–, permitiéndole irse con más libertad al ataque.

Entonces aparece la verdadera Unión. De fútbol reposado, engañoso, que de pronto mete el pelotazo para un ataque profundo, con dos aleros incisivos y un goleador nato. Pedro Hugo López hace 18 goles, Mario Lorca 17, Atilio Cremaschi 15. Decisivas contribuciones a la mejor producción goleadora de un equipo en el profesionalismo: 72 goles en 27 partidos.

Aún así no es fácil. Los seis equipos que pasan a la tercera rueda son favoritos. Cualquiera puede ser campeón, se comenta. Y con razón. La juvenil formación de Audax pasa con 30 puntos, seguido de Everton (29), Colo Colo (28), Unión Española (27), Santiago Morning (26) y Universidad de Chile (25).

El más certero en la rueda de definición es la Unión, que sólo pierde un punto. A favor de su mejor puntaje en las ruedas previas, Audax termina el torneo con 36 puntos, los mismos de la Unión.

Definen el 13 de diciembre. Recién once meses antes los rojos habían perdido la definición con Everton. Esta vez ganan, con gol de penal de Mario Lorca.

Se escribe, al final, lo mismo que el 50: “ha sido el mejor de todos los campeonatos".


Extraído del libro "Historia total del fútbol chileno"

La espina de 1950

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Unión Española Campeón 1951: Américo Azares, Hernán Fernández, Isaac Fernández, Jorge Ibáñez, Carlos R. Rojas y Valentín Beperet.

Después de su primera estrella, Unión Española había resultado subcampeón en 1945 y 1948. Pero fue en 1950 que los rojos de Santa Laura estuvieron más cerca de alcanzar su segundo campeonato nacional.

El de 1950 fue un campeonato que nadie dudó en calificar de espectacular. Santiago Morning, Santiago Wanderers, Everton y Unión Española animaron el torneo y lucharon palmo a palmo por quedarse con el cetro máximo. Y fueron precisamente los rojos de Plaza Chacabuco y los viñamarinos –que cosechan los frutos de un proceso de renovación iniciado en 1947– los que llegan a disputar al final el ansiado trofeo.

Luego de que Everton arremetiera con fuerza y goles en las últimas cinco fechas del torneo, se debe ir a un partido de definición, un hecho que no se repetía desde el epílogo de la copa de 1933.

El 14 de enero de 1951 llegaron 50 mil personas al Estadio Nacional para ver la finalísima. Los 90 minutos reglamentarios terminan empatados sin goles, una prueba más de la fortaleza de la defensa hispana, comandada por el "Nano" Fernández en el arco y el zaguero argentino Isaac Fernández.

A los 13 minutos del alargue, sin embargo, la defensa roja es sorprendida adelantada y René Meléndez recoge un pase certero de José María Lourido para arrancar solo en demanda del pórtico, frenarse repentinamente para eludir a Fernández y entrar con la pelota en el arco para anotar el gol que le daría el triunfo y el campeonato a Everton.

La espina de esa derrota quedó clavada en los rojos de Santa Laura, que salieron a vengar la afrenta en el torneo de 1951, nuevamente bajo la batuta técnica del vasco Isidro Lángara, que apenas conseguido el esquivo trofeo anunció que partía inapelablemente a México.

Desde 1951, Unión debió esperar más de 20 años para volver a la levantar la copa de campeón. Fue la Década de Oro de los '70 la que trajo nuevamente la alegría a Santa Laura.

Los pollos de Santa Laura

Por EDGARDO MARÍN

Los de Santa Laura testimonian con su primera estrella la inquietud por un aspecto que acompaña al fútbol desde su origen, pero que normalmente es más discursivo que práctico: el trabajo con las divisiones menores. Si resulta sorprendente el título rojo de 1943 es porque lo logra con gente formada en su propia casa.

Esto, por lo demás, es característico de la Unión desde la apertura del profesionalismo. Simbólico es precisamente en 1933, cuando queda a cargo de las divisiones inferiores el dirigente Andrés García. Un hombre bueno, preocupado de los jóvenes, tesonero en una labor que no siempre es bien comprendida. Menos en los comienzos del fútbol profesional, cuando los clubes apresuradamente miran a los planteles de los rivales o hacia las provincias para formar cuadros competitivos. La competencia no deja mucho tiempo para pensar en la formación de jugadores.

La Unión es la excepción y Andrés García dice con orgullo desde su "incubadora" de Santa Laura: "La Unión Española es un equipo chileno, no de ciento por ciento, sino de mil por ciento". Por cierto, el trabajo formativo sólo es posible gracias al entusiasmo de Andrés García. Señalan los comentarios que ningún otro habría soportado tanto tiempo "a cargo de los chiquillos del club, cuidándolos, aconsejándolos todos los días, como un padre: levantándose temprano los domingos para estar a las ocho de la mañana en la cancha con sus cabros; llevándoles el uniforme, los zapatos; hablándoles de sus condiciones, estimulándolos a seguir y hasta dándoles sus monedas, cuando hay necesidad, para el carro o para el desayuno".

Si este trabajo requiere de gran dedicación es imaginable el desánimo que pudo producir la disolución del equipo en 1939 y la partida de trece de sus jugadores, todos titulares de primera división, a otros clubes. Increíblemente, la Unión no ceja en su intento, y en 1940 sale a la cancha con un cuadro demasiado tierno, inexperto, a encarar los desafíos de un nuevo campeonato. Y allí, en el rigor del torneo por los puntos, comienza su duro fogueo. En 1940 los juveniles terminan en el último lugar. Pero el 41 son quintos, colocándose "delante de otros teams que habían costado miles de pesos".

En 1943 "los pollos de García" tienen la alternativa. Al comenzar el campeonato son dirigidos por Manuel Casals (en la banca desde 1940), un coruñés culto y de charla cautivante que estudió Leyes para satisfacer a sus padres y se fue al Real Madrid con su título de abogado bajo el brazo. Más tarde llega a la banca Atanasio Pardo, que fuera defensor de la Unión en los años 20 junto a su hermano José. La experiencia la ponen dos jugadores de sabia veterana: Segundo Flores (el "Camión"), tres veces campeón con Magallanes y una con Colo Colo, ya retirado del fútbol y al que Unión tienta con el regreso, y Luis Ponce, el legendario "Cacho", presente en los cuatro campeonatos obtenidos por Magallanes.

Hernán Fernández, el "Nano", hace en el arco un año espectacular, acompañado por un zaguero tesonero con el que viene jugando desde las infantiles: Pantaleón Calvo. Ambos, y el eficiente Francisco Urroz, conforman la base defensiva y no faltan a ningún partido. Hay aplausos para todos. Para Benito Armingol en la punta derecha del ataque. Para Mario Campaña, pujante organizador; para Luis Machuca, un goleador que alcanza el título de mayor artillero del campeonato. Para Atilio Cremaschi, el cinchador puntarenense que jamás se agota.

También Green Cross y Católica presentan alineaciones muy juveniles y se los destaca como "equipos livianos, más veloces". Hay, entonces, una tendencia al trabajo con los menores y el público y la crítica lo aplauden.

Las simpatías generales están con los niños de Santa Laura y se escribe: "Sus últimos partidos ya no revelan a ese elenco voluntarioso que se nos presentó hasta el comienzo de la segunda rueda. Faltan dos partidos y es necesario que los cabros rojos demuestren que no ha sido casualidad su meritoria lucha por el primer puesto".

Lo demuestran ganando a Magallanes y Green Cross. Le arrebatan el cetro a Colo Colo, que pierde con Santiago Morning en la última fecha. Ha sido, dice la prensa, “el triunfo de la camaradería y el sacrificio; el triunfo de la paciencia y el buen criterio; el triunfo de la devoción y el cariño de una familia que se ha cobijado bajo el manto de los colores queridos; es el triunfo de la cancha propia".


Extraído de "Historia total del fútbol chileno".

La épica historia de la primera estrella

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Unión Española Campeón 1943: De pie: Pantaleón Calvo, Atanasio Pardo, Segundo Flores, Hernán Fernández, Francisco Urroz, Mario Carmona y Mario Garrido. Abajo: Luis Cáceres, Atilio Cremaschi, Luis Machuca, Mario Campaña y Benito Armingol.


El fútbol chileno había pasado abruptamente al profesionalismo en 1933. Los años que le siguieron fueron de consolidación, de crecimiento, de organización. Fueron el comienzo de la historia con mayúsculas.

Aunque el balompié había nacido y crecido en Valparaíso, los primeros años del fútbol rentado se desarrollaron exclusivamente en Santiago, con equipos de la capital. Recién en 1937 se sumó a las competencias Santiago Wanderers, el más antiguo de los equipos nacionales, abriendo la puerta para que el fútbol de provincia se integrara a la nueva Asociación. En ese mismo año, la agrupación decide crear la Serie B, a la que se suman de inmediato los incipientes cuadros de Universidad de Chile y Universidad Católica. Los del chuncho ganan invictos la serie en esa temporada y la "U" es aceptada en la división de honor en 1938. Al año siguiente sube el equipo cruzado.

En 1938, además, por problemas principalmente con el Servicio de Impuestos Internos, la nueva organización del fútbol rentado pasa a llamarse Asociación de Football Central y entre sus novedades se cuenta la creación de las divisiones de cadetes, un Cuerpo Médico –a cargo de los doctores Emilio Deik y Félix Cantín (ex jugador y en ese momento dirigente de la Unión Española)– y el Tribunal de Penalidades.

El fútbol profesional se fortalece institucionalmente y se hace más competitivo en las canchas. El espectáculo crece. Los equipos fuertes de los primeros 10 años del profesionalismo son indiscutiblemente Magallanes (que se convierte en inmediato tricampeón, con los títulos de 1933 a 1935 y el de 1938), Colo Colo (campeón en 1937, 1939 y 1941), Audax Italiano (campeón en 1936 y subcampeón en 1934, 1935, 1938 y 1940). A ellos se suman, hacia el final de los años 30, Santiago Morning (nacido en 1936 de la fusión entre Santiago FC y Morning Star) y Universidad de Chile (campeón en 1940).

Unión Española es parte de la competencia desde 1933, pero no ha logrado alcanzar el máximo cetro nacional. Es una de las instituciones fuertes de Santiago, pero su primera estrella le ha sido esquiva. Y para colmo de complicaciones, la Guerra Civil española golpea fuerte también en Santiago y la entidad hispana –marcada indeleblemente por las divisiones nacidas en Europa– decide el receso de su equipo de Primera División en 1939, aunque no termina en la disolución absoluta.

El lapso fuera de las competencias es de apenas un año, pero la decisión ha echado por la borda años de trabajo en las canteras de Santa Laura. Dejan la tienda hispana jóvenes valores que habían nacido en los pastos del fortín de Plaza Chacabuco. Unión Española y sus hinchas ven cómo sus figuras emigran para brillar con otros colores. Alfonso Domínguez se va a Colo Colo y marca 32 goles; mientras a la Universidad Católica parten Sergio Livingstone, Fernando Riera y Luis Vidal; en Audax Italiano recala Héctor Trejos; y en la Universidad de Chile desembarcan Francisco Las Heras, Voltaire Carvajal, Valentín Erazo, Jaime Riera y Víctor Alonso. Todos, sin duda, valores de primer nivel.

Para volver a la lucha en 1940 el equipo sólo cuenta con los muchachos que vienen de sus divisiones inferiores. Y de las cenizas renacería el fénix, porque, a pesar de los problemas, las canteras rojas habían seguido produciendo buenos jugadores, en una tarea titánica encabezada por Andrés García y el doctor Félix Cantín.

Por supuesto, el experimento en 1940 fue un desastre. Unión termina en el último lugar, lo que más allá del bochorno no tiene mayores consecuencia, ya que el sistema de ascenso y descenso recién se instaurará en la década de los '50.

Pero los dirigentes no claudican. Porfía hispana, explican algunos, pero la fe en el trabajo realizado con los chicos en Santa Laura parece ser la clave de todo. Los resultados mejoran en las siguientes temporadas, y en 1943, por fin, justo cuando el fútbol profesional ha cumplido su primera década en Chile, la Unión Española levanta su primera copa de campeón y borda la primera estrella en sus estandartes.

Los niños de Santa Laura han crecido y recompensan el esmero de García y Cantín con el más grande de los triunfos que hasta ese momento ha cosechado la tienda roja. Tal vez el hecho más sintomático de que la lucha de tantos años ha dado sus frutos es que Félix Cantín es el presidente de la Unión Española ese año de 1943.

En el transcurso del campeonato de 1943, los jugadores y el técnico de la Unión Española se fueron ganando el respeto y la admiración del público y la crítica. Atanasio Pardo, el más longevo de los entrenadores del torneo obtuvo el trofeo de campeón con el más joven de los equipos, pero se transformó en figura sólo después de levantar la copa.

En la cancha, en tanto, nacieron ídolos que robaron el título de las manos de Colo Colo en la última fecha, ídolos que marcaron a toda una generación de hinchas hispanos y que nutrieron también a la selección chilena de fútbol. Las estrellas indiscutibles del equipo fueron Hernán, el "Nano", Fernández en el arco (luego también en los tres palos de la Selección), Pantaleón Calvo y Francisco Urroz en la defensa, Atilio Cremaschi en el mediocampo, y Luis Machuca, goleador del torneo con 17 tantos, en la delantera. Fernández y Cremaschi serían también íconos del equipo que ocho años después levantaría nuevamente la copa para Unión Española, del cuadro que conseguiría la segunda estrella en 1951.